Alma de skater

septiembre 30, 2009 at 6:25 pm (Diarios de Motoneta (el Chango Vergara))

Ayer me interesé un poco más por el hombre que pide en la calle a quince metros de donde trabajo. Tarde o temprano, al vernos de lunes a viernes, iba a pasar que comenzáramos a saludarnos y a intercambiar algunas palabras. Sucedió ayer. En un cartón tiene escrito algo de su vida y el porqué del estar ahí… Imagino que tiene escrito algo así porque, la verdad, es un texto bastante extenso y para leerlo por completo debería detenerme durante un lapso de tiempo. Llegué a pensar que ese cartelito no era más que una sutil estrategia de mercadotecnia (otras personas que vi también llevaban textos larguísimos) para atrapar curiosos especializados en la vida ajena que, una vez enterados, no les quedara otra que contribuir. Es feo pensar así, pero peor que pensar así es pasar todos los días y leer, de una relojeada, una o dos palabras para ir armando, de esa manera, el dato biográfico. Pasó que ayer me pescó justo en la relojeada diaria (aunque yo seguía ya de largo) y me saludó. Todo el camino había ido pensando que llegaría al trabajo con cinco o diez minutos de adelanto (ayer, porque hoy me dormí y llegué cuarenta minutos tarde), así que vi la posibilidad de no darle al trabajo más minutos que los justos y necesarios, me detuve y largué la muletilla: “¡Ey! ¿cómo va?”. Puso cara de no muy bien pero es lo que hay. Le dije que él solía ser mucho más puntual y responsable a la hora de llegar al trabajo, y él se sonrió y me aclaró que sí pero que cuando le daban ganas, y la cosa no andaba, se iba, cuando quería, subrayó, y yo convine diciendo que eso era lo bueno de ser tu propio jefe; ya estábamos conversando. Ahí nomás me enteré de un poco más: tiene cincuenta y dos años, una esposa, dos hijos; el mayor, de dieciséis años, es bipolar, está internado y medicado; su esposa y su hija, la menor de nueve años, duermen en un albergue; él duerme en la calle y no recibe ayuda del gobierno, y eso que hizo los trámites correspondientes. Tiene ojos claros (o gastados y desteñidos) y le creo; no parece estar mintiendo. ¿Por qué me mentiría? Nos vemos todos los días. Y si así lo hiciera para conseguir dinero… no seamos tan hipócritas (me refiero a mí y al resto de personas que todos los días lo vemos sentado sobre un cajoncito, una mano sosteniendo el cartón, estirando la otra), cualquiera, todos (y ahora también lo incluyo a él y a los otros, los que no lo ven), todos preferimos estar en una plaza, tirados o andando en patineta, como cualquier hijo de político o próspero empresario multinacional.

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